sábado, 1 de diciembre de 2007

LA HERENCIA DE DIOS

Herencia del Señor son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre.
Salmos 127:3
Si, los niños son un tesoro que Dios nos ha enviado, y quiere que cada uno de los adultos, seamos instrumentos en sus manos para bendecir la vida de esos pequeños. Pero también nos da libertad de aceptar o no la tarea. Es una tarea que involucra a todos: padres, maestros, familia, comunidad.

Los niños, que serán más tarde los que tomen nuestro lugar, que harán conforme hayan visto hacer. Podrán lograr un mundo mejor o lo destruirán aún más. Depende de nosotros los mayores que ya pasamos la experiencia de la infancia y adolescencia; que sabemos de las alegrías y de las tristezas, que conocemos por experiencia las cosas que nos causaron gozo, interés, sorpresa; las que nos causaron temor , dolor, angustia, frustración. Todo lo que contribuyó a formarnos para ser lo que somos ahora. En base a esa experiencia hacer todo lo posible por guiarlos de tal manera que su anhelo sea ser unas personas de bien y lograr grandes cosas para su bienestar personal y el de la sociedad.

Cualquiera que sea nuestra posición en este mundo, podemos hacer algo en beneficio de los niños. Los padres y maestros sobre todo, pero los demás también lo pueden hacer con su ejemplo, siendo cada día mejores personas, amando y respetando en todo sentido a cada pequeñito. Cuidando de que esa inocencia preciosa no les sea arrebatada. Procurando en cuanto sea posible que vivan en un ambiente sano en todo sentido. Que aprendan a amar y a respetar a los demás, que disfruten observando todo cuanto les rodea, valorando su mundo, aprendiendo a conservarlo y a hacerlo mejor. Que sea para ellos un deleite ir conociendo nuevas cosas y que luego puedan llevarlas a la práctica.
Dios ha puesto en nuestras manos un tesoro invaluable, Nuestro deber es protegerlo y hacer que brille donde quiera que se encuentre.
Que El nos dirija en esa delicada pero hermosa misión.